¿Cómo empezó todo?

Correspondencia entre Emilya Rendón y Adriana Flores en relación al quehacer de la curaduría en México y el surgimiento de Intercuraduria como proyecto curatorial para dialogar, debatir y compartir conocimientos e inquietudes desde diferentes posicionamientos actuales.

Correspondencia entre Emilya Rendón y Adriana Flores en relación al quehacer de la curaduría en México y el surgimiento de Intercuraduria como proyecto curatorial para dialogar, debatir y compartir conocimientos e inquietudes desde diferentes posicionamientos actuales.

ER:

Hola Adriana.

No sabía cómo empezar a escribirte sobre las cosas que hemos gestionado o hecho juntas. Pero he decirte que he encontrado una afinidad de la cual te agradezco mucho.

Tal vez, comenzar a contar cuando cada una por su lado hacía una pequeña investigación sobre la práctica curatorial en México. En mi caso, esta investigación que inició por un artículo que encontré escrito por Adriana Melchor en GAStv, donde las referencias sobre el conversatorio  “Del malestar de la Curaduría” en 2002 hacían que la revista Curare No.22, fuera un constante deseo de encontrar en mi cabeza. Tratando de responder dudas, cómo ¿Desde dónde se había iniciado a insertar la palabra “Curador” en México? ¿Y las voces femeninas a todo esto? 

Hice una historia de Instagram preguntando por la revista Curare No. 22 y tú me respondiste luego, luego. La revista Curare No.22, no la encontramos pero pudimos encontrar un equipo de trabajo en el cual desarrollamos y seguimos desarrollando todo el proyecto de Intercuraduria.

Tal vez, comenzar así para redefinir nuevas aproximaciones curatoriales a futuro.

Habrá que ver…

Abrazo

AF:

Querida Em,

Me conmueve que abramos esta conversación por este medio después de todo lo que hemos trabajado, sin embargo, creo que es la mejor manera para darnos el tiempo de mirar hacia atrás e hilar las casualidades o causalidades que nos llevaron a concretar Intercuraduría, como plataforma curatorial. 

Digo casualidades puesto que aún me parece curioso y a veces absurdo que estuvieramos en busqueda del mismo numero de la revista Curare (mismo que aún no encontramos, ja) ¿qué estábamos buscando? ¿realmente nuestra búsqueda cesaría en el contenido de ese número?  Hace tiempo que creo firmemente que nada en la vida, pasa por casualidad. Por cursi que parezca, posiblemente nos estábamos buscando sin saber cómo encontrarnos.

En mi caso, todo comenzó con la inquietud de seguir investigando sobre Curaduría en México, específicamente, la práctica curatorial desempeñada por mujeres desde los años 80s hasta el día de hoy. Fue así como sin pensarlo demasiado, tu historia en instagram resultó la coartada perfecta para dar vuelo a esa inquietud que me perseguía. Nada pasa por casualidad. 

Aún tengo fresco el recuerdo de nuestra primera reunión, tu hospitalidad con una taza de café y recomendaciones de libros, fue quizá la casualidad más afortunada que me trajo la pandemia. ¿y si hacemos un curso con todo lo que hemos investigado? – Me dijiste. 

Acto seguido, ya teníamos claro los bloques e invitadas para nuestro primer curso: “Curaduría Mexicana, desde nosotras” en plena pandemia y contra toda incertidumbre, decidimos confiar y aventurarnos. 

… 

¿Cómo ha sido para ti? 

ER:

Hola Adriana,

ya casi vamos terminando la página de Intercuraduria y estoy muy emocionada. Para mi, ha sido toda una experiencia y reto organizar a tantas personas y generar espacios de diálogo en plena pandemia. Me agrada ver cómo se van tejiendo redes y amistades entre las curadoras que invitamos a participar al curso y el auge que se dió después.

Fue interesante generar un grupo de investigación sobre la práctica curatorial Mexicana desde el encuentro de voces curatoriales femeninas. 

Observar cómo esta figura curatorial se ha ido desarrollando de diversas maneras en los últimos 50 años y que sigue siendo muy joven aún, con llena de posibilidades de hacer, crear o ver, me ha parecido algo muy potenciador.

Es por eso que Intercuraduria…

Recuerdo que después de haber compartido espacio y conocimiento con curadores latinoamericanos durante mi viaje a Panamá, pensaba “hace falta algo que una a tantas voces, algo así como, curaduríasociada que permitiera la colaboración entre curadores, artistas y otros agentes culturales”. Curaduríasociada era una idea de encuentros curatoriales entre curadores latinxs solamente. Pero al hablar contigo reconocí, que la Curaduría no sólo podía ser el encuentro de voces curatoriales o la mediación entre artistas-curadores-instituciones, sino, que también la figura curatorial desarrollaba toda una complejidad en los dispositivos de exhibición que la contienen. 

La pandemia hizo salirnos del cubo blanco para repensarlo. Había que mirar atrás el camino recorrido para entender, crear otros acercamientos y procesos que se estaban homogeneizando desde los programas institucionales. No hay solo una forma de hacer curaduría. Tal vez de ahí venga mi rebeldía curatorial y mi postura por optar a la curaduría independiente, de esa que permite generar otrxs mundxs. 

También replantearnos la figura de curador independiente heredada en 1969 por Harald “hacedor de exposiciones” Szeemann. O pensar la práctica curatorial desde otro tipo de acercamientos interdisciplinarios que Intercuraduría podría hacer o generar. Digo, si se puede ocupar la Ciudad como un dispositivo curatorial, (me refiero a la propuesta de CiudadMULTIPLEcity 2003 de Gerardo Mosquera y Adrienne Samos en Panamá) se puede CURAR TODO.

Habría que pensar en la práctica curatorial como la imagen de una masita de plastilina que se va amoldando a la complejidad de sus dispositivos.

¿Qué piensas tú?

AF:

Emilya, 

Me hacen eco tus palabras y los puntos que mencionas, como cuando dices que se está homogeneizando la idea de curaduría y sus procesos dentro de algunos programas institucionales. Creo que es lo primero que me salta al ojo, pues el primer terrible acercamiento que tuve al concepto de curaduría, fue a través de una institución que se casaba con prácticas anacrónicas, discursos hegemónicos y referencias rancias (en su mayoría hombres) dentro de la práctica curatorial. Muy pronto abandoné el curso y comencé a investigar por mi cuenta. 

¿Cómo se insertó la práctica curatorial en México? ¿Bajo qué metodologías opera esta práctica? y a todo esto, ¿Dónde están las voces femeninas?, eran preguntas que me asaltaban todo el tiempo y a las que no lograba encontrar respuesta dentro del poco material bibliográfico que pude encontrar disponible. Al mismo tiempo -mi fastidiosa formación académica o mi incisivo signo solar- me demandaban hacer una revisión histórica sobre el tema. Eventualmente, entendí que este riguroso acercamiento era estéril para entender una práctica que lleva apenas cerca de 50 años operando de forma ambigua en México, por lo que decidí pausar estas preguntas y poner mi atención en las relaciones que giraban entorno a la práctica, sin teorizar demasiado lo que encontraba. Como diría mi abuela, andaba a tientas, pero andaba. 

Más tarde, tuve la oportunidad y dicha de pasar  un verano en el CASA en San Agustín, Oaxaca, donde formé parte de un grupo de estudios entorno a la práctica curatorial en donde la brillante Carmen Cebreros, se encargó de esclarecer nuestras dudas, mitos y prejuicios, para compartirnos un poco de su exhaustiva investigación y experiencia respecto al quehacer curatorial. Fue en este momento al escuchar voces con dudas similares a las mías, desde una perspectiva distinta pero aún inscrita en el campo de las artes, cuando entendí que el quehacer curatorial es una labor que se desdobla cada vez que se práctica, siendo tanto imposible como ingenuo pensar que se suscribe a una forma estática ser y hacer. He ahí el primer signo de su riqueza y complejidad. 

Entonces, ¿qué estamos entendiendo por curaduría? ¿Cuál es la relevancia de esta práctica en el arte? ¿Cómo se realiza curaduría en otros campos, no solo en el arte? 

Pronto más preguntas se instalaron en mi cabeza junto con la necesidad de compartirlas con alguien, sobre todo de seguir aprendiendo de voces vivas con experiencia en esta labor. 

Ahí estaba el deseo ya gestándose. Hoy ese deseo persiste y encuentra salida en Intercuraduria para seguir cuestionando, pensando, experimentando y ejerciendo la práctica curatorial en una conversación entre más de dos voces.

Agarrate, que esto apenas comienza…

ER:

Adriana, ¡Agarrate que esto ya empezó! jaja

Me agrada mucho saber esto a profundidad, también este tipo de formas de escribirnos son interesantes.

¿Quién diría que colocar estas palabras en Intercuraduria pueda servir de base para futuras investigaciones sobre Curaduría en México?  

Me deja buen sabor cómo algunas ideas tan íntimas pueden llegar a servir para desarrollar otras.

Gracias por escribir y acompañarme en este proceso.

AF:

Emilya, 

Gracias por el acompañamiento y el develamiento de otras formas colaborativas de trabajo. 

¡Me emociona el potencial del proyecto!

Por ahora, abramos la conversación a otras voces, desde otras latitudes para escuchar, aprender y compartir saberes. 

¡Abrazo a sana distancia!

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