Labor curatorial: Nombrar siempre de nuevo

Mi experiencia con la curaduría está relacionada con la intuición. La intuición tiene que ver con la sensibilidad y con un ejercicio que va más allá de un texto curatorial. Tiene que ver con la magia, con la influencia astrológica y con formas no racionales de acceder a la información. Lenguajes no alfabéticos. Mi práctica curatorial se relaciona a la urgencia y a mi formación en un contexto de arte relacionado a la precariedad en términos profesionales, a la desprofesionalización. Tiene que ver con la práctica artística en Argentina. De la agencia de los artistas de generar espacios en donde se pueda discutir el arte contemporáneo. Lo que me interesa de la curaduría es aquella práctica que ejerce una fuerza para poner en discusión el contexto del arte. Entonces puedo abrir dos preguntas ¿Qué es la curaduría ejercida por artistas? y ¿qué es la curaduría como espacio de discusión?. En el prólogo del libro Poemas deArturo Carrera, Ricardo Piglia -escritor y crítico argentino- escribe que la revolución que sostiene a la poesía desde su origen es saber nombrar siempre de nuevo. “(…) El extrañamiento y la desautomatización (…) es un acto que en la Argentina tendríamos que llamar el efecto Ricardo Carreira – Alberto Greco – Bonino – Xul Solar – Macedonio Femández”. La curaduría podría establecerse en ese sentido como un lugar donde ir más allá de lo narrativo y establecer universos múltiples superpuestos, más complejos, más opacos. La curaduría como una forma de lenguaje desarticulada, especulativa; escribir siempre de nuevo. El ejercicio de extrañamiento nos lleva siempre a un estado de pregunta, a un estado de crisis.

Vista de sala, Relamida, 2020, Ciudad de Mexico

¿Por qué ponemos una obra junto a otra? En 2020 el colectivo de curaduría mexicano Clavel organizó Relamida una exposición que consistió en invitar a múltiples curadores que a su vez invitaron a artistas con el fin de proponer una mirada colectiva. Este modo de curar desde lo colectivo, propone un mashup de miradas, un sentido de lo deforme, de la incertidumbre del resultado. En ese ejercicio hay algo que no se puede controlar. Conocer por presencia es lo que se identifica con la intuición, aquí “conocer” y “ser” se encuentran en una proximidad casi indistinguible. La noción de “conocimiento por presencia” fue la piedra angular de una larga tradición de pensamiento místico. Según Suhrawardi, filósofo persa y fundador de la escuela iraní de iluminacionismo, el conocimiento por presencia es la forma más pura y el fundamento de todas las demás formas de conocimiento. Se trata de un tipo de conocimiento no discursivo, no conceptual y no propositivo, similar a la percepción no mediada del propio dolor. Actuar en la oscuridad, es lo opuesto a trabajar con un lenguaje descriptivo (que sería imposible en condiciones de “oscuridad”). La curaduría, en este sentido, está más ligada a lo deforme, al goce y a la fiesta. En su libro Desbunde y felicidad, Cecilia Palmeiro define la palabra quilombo: 

Propia del lunfardo de Buenos Aires, de origen  angolano (kilombo, en lengua Kimbundu), nos viene a los argentinos del  portugués brasileño, como muchas otras cosas fundamentales. En portugués significa el espacio tomado, construido, ganado por esclavos fugitivos, donde convivían también otros sujetos marginalizados del orden colonial portugués, como judíos, árabes, o indios. En su primera acepción argentina, quilombo es un prostíbulo. En ambos casos designa un espacio que reúne sujetos marginalizados, que cuestionan y complementan a la vez el funcionamiento de las instituciones hegemónicas: en su acepción moderna porteña, quilombo es, además de un problema, un lío, un descontrol, un espacio que no respeta la norma del orden y el progreso, del buen gusto.

Tanto en la Argentina de los 90s como en México de los 80s existió esa urgencia vinculada a la crisis pero también al desinterés por resultados concretos. Tiene que ver con el estar ahí, con el quilombo, con lo desarticulado, podríamos decir, con estar en la retaguardia. Mi práctica como curadora, desde el ser artista, está ligada a esa propuesta. Intuición, discusión y comunidad. A fines de 2016 desarrollamos Cariño, tesoro club junto a Fatima Pecci Carou -amiga y colega-, con el fin de generar un lugar de discusión, de fiesta en el sentido de comunidad y goce. La idea del club, un club para artistas, un espacio a las afueras de la ciudad con un jardín donde ir a pasar el día. Fue un espacio que duró poco tiempo, por ser un espacio autogestionado sin financiamiento, pero pudimos sostenerlo un año y realizamos cuatro exposiciones de treinta artistas cada una. Cuando llegué a Ciudad de México en 2018, decidí hacer un ciclo de videos Argentina/México en Biquini Wax EPS, un día con un total de cuatro horas de proyección continua; en 2019 comencé un ciclo quincenal de lecturas en la Librería Escandalar, donde invité en cada sesión a cuatro escritorxs y a un artista visual a exponer una obra pequeña; y por ultimo Amigas Intimas, un proyecto que he podido sostener a lo largo de mucho tiempo, que perdura gracias a la sinergia con mi socia Catalina Berarducci pero también de alguna manera al formato. Amigas Intimas es un proyecto editorial fundado en 2018 con el que publicamos textos de artistas visuales y agentes del arte. No necesitamos un espacio físico para existir. Lo que nos interesa de la editorial es el cruce entre la literatura y el arte, -el uso de la palabra en ambas prácticas-, pero también generar espacios de pensamiento crítico, frescos y transgeneracionales.

Ciclo de lecturas y arte coordinado por Milagros Rojas, Libreria Escandalar, Ciudad de Mexico, 2019
Amigas Intimas publicaciones

Creo que curar, desde el lugar de artista articula algo que tiene que ver con la materialidad y con la necesidad de discutir dentro del universo en donde se trabaja. La curaduría de artistas tiene que ver con la intuición y con la manufactura, con estar siempre tratando de encontrar espacios para poder pensar lo marginal, lo que está en discusión, por fuera de lo consolidado. Hace unos días un amigo en el estudio me hablaba de la idea de hacer un proyecto curatorial alrededor del título Arte de zorras, pero no sería solo una exposición sino un panorama amplio frente a la actitud que propone el título. ¿Cuál es el interés de hacer eso? Supongo que tiene que ver con una inquietud personal y a la vez con la posibilidad de dialogar con otros colegas. El artista presenta lo específico, la forma material de la discusión.

En la inauguración de Hacer algo de la nada, exposición colectiva curada por nohacernada.org en el marco de las residencias en el Museo Carrillo Gil, hablábamos sobre la necesidad de volver a tener espacios donde curar, probar y discutir exposiciones. Los cuales han ido mermando en la ciudad desde 2018: tal vez por la pandemia, la crisis económica, el estancamiento, el miedo, el financiamiento, el cambio de gobierno, el cambio de presupuesto del estado hacia la cultura -lo que define cuál será su relación con este sector- pero también la necesidad de una nueva mirada hacia la práctica artística que se está ejerciendo en la ciudad. Hablamos de esta crisis y también sobre las distancias generacionales entre artistas y curadores que existe en México. Entonces, ¿qué papel juega el financiamiento en la curaduría?, ¿qué es lo que se fractura con el escaso intercambio generacional? Hablamos también sobre la serie de pláticas que organizó el SITAC en el marco del 20 aniversario del PAC, específicamente sobre la incertidumbre de los exponentes de la primera sesión ante la pregunta de la coordinadora ¿qué hacer hoy? Creo que hubiese sido interesante, en este sentido, que la plataforma invitara a curadores o artistas que están más inmersos y más cercanos a las prácticas artísticas efervescentes. Agentes con menos carrera pero con mayores respuestas sobre qué hacer hoy, qué sucede hoy, animarse a darle agua a la retaguardia. Creo que las nuevas generaciones en México están tomando una iniciativa cercana a la de los 80s, de abrazar lo deforme, la incertidumbre, no esperar, alejarse del deber ser de la figura del artista mexicano consolidado que surgió en los 90s, los temas de los que se debe hablar, recuperar la fantasía, la opacidad, incluso la política desde lugares menos esperados. En la literatura puedo ver también algo de este resquebrajamiento, en un país culturalmente tan abundante, lleno de capas y capas de sentido, existe una moralidad tan grande que no deja atravesar esas capas y mezclarlas. Me gustaría pensar en una actitud más parecida a la de Lucia Berlin -increíble escritora norteamericana- disruptiva, punk, amoral, sincera al extremo y sin piedad, con una relación con su entorno cultural y la historia social de su país totalmente abierta y desprejuiciada.  

Como curadora, y como artista celebró siempre la comunión de espacios de discusión donde se pueda exhibir y pensar en comunidad, en la fiesta y en el goce, y luego escribir sobre eso. La curaduría activa y arriesgada del presente, hacer es mejor.

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1 Editorial Amigas Intimas, dirigida por Milagros Rojas y Catalina Berarducci.

2 Ciclo de lecturas y artes, 2019, librería Escandalar, Ciudad de Mexico, coordinado por Milagros Rojas.


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